En 1932, cuatro años antes de la muerte en Salamanca del literato Miguel de Unamuno, nació en Bilbao Ignacio Ipiña, artista pictórico que decidió dedicar parte de su obra a reencontrarse con el escritor y pensador a través de los espacios que éste visitó a lo largo de su vida. Fruto de esa inspiración fueron una serie de pinturas que, bajo el título 'Las huellas de Unamuno', pueden contemplarse en Salamanca.
"Miguel de Unamuno quedó en su extensa obra como Ignacio Ipiña vive en sus cuadros", afirmó la viuda del pintor, Blanca Sarasúa, durante la presentación de la exposición. "Los dos, idealistas sin remedio, fuera ya del tiempo, seguirán intercambiando palabras por medio de su pluma y su pincel", añadió.
Ipiña, que falleció en el año 2010, recorrió durante largos años los espacios que conmovieron a Unamuno: su paisaje natal vizcaíno, su destierro en Fuerteventura y, por encima de todo, la Salamanca donde el literato pasó sus últimos tiempos.