Al mismo tiempo que nos comemos las uvas nos hacemos un esquema mental de cómo queremos que sea el año que viene. Nos marcamos unas expectativas, nos ponemos unos propósitos, intentamos lograr unos objetivos para ser más felices.
Y eso es positivo. Pero esa lista de logros debe ser coherente. "Lo mejor es que sean pequeñas cosas, realistas y a nuestro alcance" explica Juan Donoso Valdivieso, doctor en psicología, "que podamos asumirlas y sobre todo ejecutarlas".
No poder cumplir esos propósitos genera frustración y eso, a la larga, es mucho peor que no haberse marcado ningún objetivo. "De golpe, hacer algo, es muy difícil", reconoce Valdivieso. "Muchas personas se proponen dejar de fumar, pero quizás sería preferible hacerlo poco a poco, decirse, voy a dejar de fumar el cigarrillo de por la mañana".
También hay que dejar espacio a la incertidumbre. No podemos controlar todo de nuestras vidas. A veces las cosas ocurren porque sí.
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