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Un refrán dice que entre padres, hijos y hermanos nadie meta las manos. "Es algo que ha pervivido en el pensamiento colectivo y que ha perjudicado mucho la persecución de las agresiones dentro de la familia", denuncia la catedrática de Historia Moderna de la UVa, Margarita Torremocha.
Entre los siglos XVI y XIX, un tipo de violencia era consentida por la sociedad, incluso por los tribunales. "La mujer debe ser callada, obediente, acomodarse a lo que dice el marido y si no cumple ese patrón, el marido tiene derecho a corregirla", recuerda Torremocha. Pero cuando se sobrepasaba un límite, intervenía la Justicia. Algunas denuncian y por eso hoy conocemos sus casos.
Catorce profesores han buceado en archivos judiciales de los reinos de Castilla, Aragón, Portugal y América, entre ellos, un caso donde la justicia salió en defensa de una esposa ciega en Valladolid diciéndole al esposo que "debe ser recíproco en su matrimonio, que debe cuidar a su mujer ciega y no darle esos disgustos de irse con otras mujeres", expone la profesora de Historia Contemporánea de la UVa, Pilar Calvo.
Otras veces detrás de los hechos denunciados entran malos tratos. "La está pegando, pero no denuncia porque la pega, porque seguramente ese proceso no hubiera tenido mucho recorrido. Denuncia porque no le pasa la cantidad necesaria para alimentar a sus hijos".
Este libro revela que en aquella época el hogar nunca fue un remanso de paz.
Más información:
Margarita Torremocha Hernández (coord.) (2021). Violencia familiar y doméstica ante los tribunales(Siglos XVI-XIX): Entre padres, hijos y hermanos nadie meta las manos. Alianza.
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