La enfermedad de Parkinson es una patología crónica neurodegenerativa cuyos síntomas iniciales más característicos son la dificultad y la lentitud de los movimientos, la aparición de temblores y la alteración de los reflejos posturales. Viene condicionada por la pérdida de células, la hiperactividad neuronal y la inhibición del tálamo y de ciertas áreas motoras de la corteza cerebral.
Esta enfermedad se manifiesta en una de cada mil personas en todo el mundo y, en España, se estima que el número de personas afectadas puede llegar a 100.000. En Castilla y León, los hospitales registraron un total de 3.313 ingresos por este problema de salud en 2013. Esta cifra se reparte del siguiente modo entre las nueve provincias de la Comunidad: Ávila con 218 pacientes, Burgos con un total de 445, León con 681, Palencia con 207, Salamanca con 571, Segovia con 243, Soria con 212, Valladolid con 452 y, finalmente, Zamora con 274 personas ingresadas.
El parkinson aparece con más frecuencia en las personas mayores y, aunque también puede darse entre los jóvenes, su pico de incidencia nacional se sitúa en torno a los 67 años en los varones y a los 72 años en las mujeres. En Castilla y León, el año pasado, la edad media de los pacientes ingresados con esta enfermedad fue de 80,29 entre los hombres y de 80,97 entre las mujeres.
La progresión del parkinson, una vez diagnosticado, es impredecible. No obstante, algunos síntomas que pueden aparecer en el trascurso de la enfermedad, a mayores de los iniciales ya mencionados, son: alteración del equilibrio, dificultades para ingerir alimentos, disminución del volumen del habla, problemas de tono y dolor muscular, alteración del sueño o ansiedad, entre otros. Asimismo, la demencia y la depresión son también más comunes entre este grupo poblacional que entre la población general.
CÓMO ENFRENTARSE A LA ENFERMEDAD
Hasta el momento no existe ningún tratamiento que revierta ni detenga el parkinson, pero sí que hay formas de reducir su sintomatología y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Estas atenciones pueden estar dirigidas, por ejemplo, a reducir la rigidez muscular o los temblores y pueden ser de carácter farmacológico o quirúrgico.
Dentro del tratamiento quirúrgico de la enfermedad se puede destruir parte del tejido dañado, estimular eléctricamente las neuronas o realizar trasplantes celulares para aportar tejido nuevo y sano al paciente. En Castilla y León, el servicio de neurocirugía del Complejo Asistencial de Salamanca es uno de los hospitales autorizados para la realización de estos procedimientos desde octubre de 2003. En este centro se ha fomentado además el uso de técnicas innovadoras en el abordaje quirúrgico del parkinson como, por ejemplo, la neuronavegación o cirugía guiada por ordenador.
Además, en Castilla y León esta enfermedad está incluida dentro de la 'Estrategia regional de atención al paciente crónico', cuyo objetivo es ofrecer una atención integrada que cubra todas las necesidades de las personas afectadas. De esta manera se asegura que reciben tanto la asistencia sanitaria continuada que precisan, como el apoyo social que requieren para que puedan afrontar de la mejor manera posible su día a día.
Para ello se diseña un plan de atención global para los pacientes, se coordina la labor de todas las instituciones implicadas en la asistencia de esta enfermedad, se promueve la autonomía y el autocuidado del paciente, se fomenta la participación en el proceso de las asociaciones de pacientes y familiares y se facilita información completa sobre este problema de salud a través de diversos medios como, por ejemplo, el Aula de pacientes del Portal de Salud de Castilla y León.
Asimismo, la Comunidad participa en la elaboración de la 'Estrategia en Enfermedades Neurodegenerativas' del Sistema Nacional de Salud (SNS). Este texto se está redactando mediante una comisión formada por profesionales sanitarios, entre los que se encuentran los expertos en parkinson del Sistema de Salud de Castilla y León.
Finalmente, hay que señalar que la investigación del parkinson ha avanzado notablemente en los últimos años y que se está consiguiendo que la calidad de vida de las personas afectadas sea cada vez mejor. Los nuevos descubrimientos en genética y terapia celular hacen pensar que en el futuro habrá importantes mejoras en el tratamiento, al mismo tiempo que se logrará un diagnóstico precoz de la enfermedad e, incluso, su prevención.