Los delitos de odio siempre han estado presentes en nuestras calles. Ahora tienen más peso. Ahora tienen más voz. Ahora se lucha por erradicarlos.
La muerte del joven Samuel, al grito de ''maricón'', dejó congelado el corazón de todo un país que no daba crédito a lo que veía en sus pantallas. Una jauría de jóvenes le apaleaban hasta acabar con su vida en plena calle. Fue en este momento cuando los delitos de odio volvieron al punto de mira social. Desde entonces, una oleada de agresiones homófobas saltaban semana tras semana en la geografía española.
Erradicar este odio es complejo, pero para ello, las fuerzas de seguridad del Estado ponen todo su empeño en especializarse y formarse ante tales actos. Es crucial saber de qué forma actuar. Así lo cree Ana Belén, socia de una asociación para personas con discapacidad. Son ellos y ellas, los más vulnerables, los que necesitan de una ayuda extra para que denuncien estos fatídicos actos. Los delitos de odio contra personas con discapacidad aumentaron en nuestro país un 69%. La homofobia alcanzó una subida del 43% solo en lo que llevamos de año, comparado con los datos de los dos años anteriores. Es por eso por lo que personas anónimas luchan día a día para dar toda su ayuda a las víctimas y que estos crímenes no queden impunes. Hablamos también con una joven mediadora que ha tenido que sufrir en su propia piel el odio más espeluznante. Ella, junto a su asociación, trabaja para acompañar a las víctimas de xenofobia en el duro trance que se vive cuando uno se siente diferente solo por el hecho de haber nacido en otro país.
Valientes que ayudan a dar voz a personas que necesitan ser escuchadas. Personas que necesitan estar en primera fila, porque solo así daremos importancia a una lacra que sucede a nuestro alrededor.