El teléfono de Edmundo no deja de sonar. Ahora mismo tenía que estar en su país de origen, Ecuador. Dos años sin ver a su familia. Esta vez la visita tenía un motivo muy especial: su hija ha tenido un bebé. La ilusión del viaje ha pasado a convertirse en soledad, soledad emocional que también siente un refugiado venezolano. Su pareja iba a venir a vivir con él a España pero el coronavirus lo ha impedido. La crisis no le asusta, porque dice venir del infierno, aunque la incertidumbre le visita todos los días.
En esta situación se encuentran más de 64.300 personas en España. Además, también han visto reducirse sus relaciones sociales. Son solicitantes de protección internacional que están solos, lejos de su familia y de su país.