Los universitarios fueron los primeros en ver cómo la COVID-19 interrumpía sus vidas al suspenderse las clases hace un año. El confinamiento y las restricciones están pasando factura en su salud mental. El Estudio Psicosocial de la COVID-19 realizado por el grupo 'Social Inclusion and Quality of Life' de la Universidad de Burgos detecta niveles elevados de ansiedad y depresión en los jóvenes más que en las personas mayores.
La generación del WhatsApp y las redes sociales es al mismo tiempo la que más necesita el contacto físico. El estudio del impacto del confinamiento durante la primera ola en el estado emocional y psicológico se basa en una encuesta a 1.200 personas en tres tiempos, de marzo a junio, sobre cómo les ha afectado y cómo han afrontado lo han afrontado. La doctora en Psicología Social de la Universidad de Burgos, Silvia Ubillos aporta datos concretos: "Ya en el primer momento del confinamiento, el 51% de los jóvenes presentaba síntomas de mala salud mental". La investigadora destaca que se trata de un dato muy alto si se compara con las encuestas de salud mental de la última década en las que el 20% de la población española presentaba indicadores de mala salud mental.
Según esta investigación, financiada con fondos Feder y de la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León, el impacto del confinamiento en la salud mental y emocional de los jóvenes fue muy severo, por el contrario las personas de mayor edad, de más de 51 años, responden de forma más positiva. "En las personas de mayor edad el porcentaje de mala salud mental se mantuvo en el 22 %. Pensamos que la experiencia acumuldada de las personas mayores ha permitido dar una respuesta más serena a esta situación y su salud mental se ha visto menos afectada.'
Para aliviar su malestar los jóvenes han recurrido a diferentes estrategias como el humor pero, según los investigadores de la Universidad de Burgos, estas vías de escape no han sido suficientes. "El problema de los jóvenes es que cuando se dispara ese malestar empiezan a buscar formas para poder reaccionar ante esa situación y ninguna de ellas les lleva a un alivio. Eso es lo que les produce mayor ansiedad y depresión", explica la investigadora.
Los menores de 30 años son quienes más están padeciendo ahora la fatiga pandémica. Es una de las secuelas que anticipa la otra pandemia que puede llegar, la de la salud mental. La doctora Ubillos señala que hay que dirigir campañas e intervenciones con los más jóvenes.