El de Niza no es el primer lobo solitario que actúa en Francia. El 15 de junio un hombre se grabada en vídeo después de asesinar a un comisario de policía y a su mujer cerca de París en nombre del Estado Islámico.
El año pasado otro yihadista atacaba una fábrica de gas de Lyon después de decapitar a su jefe. Ellos actuaron solos, aunque las peores masacres en suelo galo las han perpetrado células organizadas.
Es el caso de las matanzas de París del 13 de noviembre en el Estado de Francia, las terrazas del centro de la ciudad y la Sala Bataclán en las que murieron 137 personas. Once meses antes los hermanos Kouachi mataron a doce personas en un ataque en la redacción de la revista satírica Charlie Hebdó antes de ser abatidos por la policía cuando se atrincheraron en una imprenta. Simultáneamente Amedy Coulibaly asesinaba a una policía y atacaba un supermercado judío armado con dos fusiles. Fallecieron cuatro personas en ese asalto además del propio terrorista.
Francia ha combatido esta lacra con un sinfín de redadas y detención de yihadistas y sus colaboradores. La pista policial ha llevado hacia la vecina Bélgica, que tenía islamistas ocultos en su capital y que además fue objeto de esta barbarie. El 22 de marzo murieron 32 personas en su aeropuerto y su metro.
El Daesh y sus simpatizantes han atacado en otras ciudades europeas como Estambul o Copenhague, aunque quienes más sufren su violencia son los propios musulmanes. Sin ir más lejos el pasado 2 de julio murieron más de doscientas personas en Irak en una cadena de atentados con bomba en Bagdad.