Colombia se felicita por la muerte en un bombardeo de Jorje Brizeño, alias Mono Jojoy, el jefe del las FARC en su sección oriental. El presidente Juan Manuel Santos asegura que con él ha caído el símbolo del terror. Además del cadáver del líder, han encontrado los restos sin vida de otros 20 guerrilleros, algunos de ellos de la cúpula de los narcoterroristas.

El ejército colombiano ha exhibido en una bolsa militar el cuerpo del Mono Jojoy, un gesto de cara a la galería para confirmar su muerte y para mostrar al mundo que han descabezado las FARC, un símbolo para el país de que el Ejército está ganando la batalla en la selva.

"El símbolo del terror"

"Su carrera criminal ha acabado y la pesadilla que quería imponer a los colombianos ha terminado", ha sentenciado el presidente Juan Manuel Santos poco después de que se mostrara el cadáver. "Jojoy era el símbolo del terror en Colombia", ha continuado, "Jojoy era el símbolo de la crueldad, de la inhumanidad de una organización que durante casi medio siglo ha jugado con la vida y la libertad de los colombianos".

30 aviones y 27 helicópetros en el bombardeo

Este lunes treinta aviones y 27 helicópteros se lanzaron sobre la Sierra de la Macarena para acabar con Jojoy. En la macrooperación bombardearon sitemáticamente varios enclaves boscosos con proyectiles de precisión, uno de ellos alacanzó el campamento del líder de las FARC.

Cae también su lugarteniente

No es la única pieza que se ha cobrado el ejército en esta caza al terrorista. Hay al menos otros 20 guerrilleros muertos. Entre ellos, el lugarteniente del mono Jojoy y Carlos Antonio Lozada, uno de los cerebros de la organización. Además han acabado con una de sus principales bases de operaciones. De hecho, el ministro de Defensa colombiano Rodrigo Rivera la ha calificado como "la madre de todos los campos", con un perímetro superior a los 300 metros y una compleja red de túneles preparada para huir de posibles asaltos.

Temor a represalias contra los canjeables

Colombia da la bienvenida a esta victoria, pero al mismo tiempo teme que provoque una derrota: la de las negociaciones por una veintena de canjeables. Las FARC podrían tomar represalias sobre los policías y militares que mantienen secuestrados como posible moneda de cambio por sus miembros detenidos.