David, nombre ficticio para no revelar su identidad, es un ejemplo de los conductores que han pasado por los cursos de reeducación vial. Perdió el carnet de conducir en 3 ocasiones, todas por hacerlo borracho. Llegó al curso de reeducación vial obligado por una sentencia judicial por cometer un delito contra la seguridad vial que le obligaba a seis años sin coger el volante poniendo en juego también su puesto de trabajo: "Lo que más me impactó del curso fueron las víctimas, testimonios fuertes y dolorosos que te hacen pensar".
Como él más de 1.200 castellanos y leoneses perdieron su permiso de conducir por una sentencia judicial, la mayoría por alcoholemia.