Ahora le ha tocado a Koldo García por el caso Ábalos, pero revisar la caligrafía para corroborar su autenticidad es una prueba más que los jueces suelen utilizar en muchos momentos. Y es que a simple vista pueden parecer solo trazados, pero si analizamos en profundidad pueden llegar a identificar a una persona porque la forma de escribir es única y personal. "¿Puede haber dos personas que escriban parecido? Sí. ¿Que escriban exactamente igual? En principio diría que no", aclara Emilio Revilla, perito grafológico.
Su porcentaje de fiabilidad es muy alto, incluso si tratamos de engañar o deformar conscientemente cómo escribimos o firmamos ante una prueba judicial porque, como añade Revilla, "el órgano que escribe es el cerebro y el brazo es el ejecutor". Por eso, comenta que podría cambiar nuestra escritura si sufrimos algún tipo de demencia u otra patología psicológica, pero que no debería así si hemos sido intervenidos quirúrgicamente de los brazos. En esos casos, sí que veríamos cambiada nuestra movilidad, pero nada más.
Por eso, las pruebas grafológicas suelen ser largas en el tiempo, como la de Koldo García, que estuvo más de una hora escribiendo. "Cuanto más se prolonga la prueba, más posibilidad hay de bajar la guardia y que aflore la verdad para que el juez". Pruebas en las que se estudia el trazado, la morfología, la presión de la escritura, así como el trayecto, la velocidad o las pausas. Por eso es importante contar con los documentos originales.
Para su análisis peritos como Revilla cuentan con lupas digitales y otras herramientas capaces de determinar esos factores. Y después del análisis completan un informe que pueden ser una "prueba determinante" a la hora de resolver un caso.
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