Los activistas se han movilizado a través de las redes sociales para conseguir una afluencia masiva a la manifestación convocada para este jueves en Libia, bautizada como 'Día de la Ira'. Los cibernautas instan a la población a apoderarse de un lugar emblemático de Trípoli y a permanecer allí hasta la caída del régimen de Muamar Gadafi, siguiendo el ejemplo de los egipcios con la plaza Tahrir de El Cairo.
Las mayores manifestaciones se han registrado en la página opositora www.libya-watanona.com, aunque también destaca la participación en Facebook y Twitter. Sin embargo, gran parte de estos mensajes de apoyo a la revolución democrática proceden del extranjero, por lo que está por ver la cantidad de personas que acude a la protesta, en un país acostumbrado a sofocarlas.
"Desde cada plaza de nuestro querido país, la gente debe unirse en una ciudad y en una plaza para asustar al régimen y a sus seguidores y forzar su huida porque son unos cobardes", escribe un cibernauta llamado Mustafa.
Por su parte, Amnistía Internacional ha advertido de que la marcha de este jueves coincide con el quinto aniversario de los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y la población frente al consulado italiano de la ciudad de Benghazi, en el este del país, en los que murieron varias personas.
"Las autoridades libias deben permitir las protestas pacíficas, no tratar de reprimirlas con mano dura", indicó la organización humanitaria en un comunicado, ante el temor de que el 'Día de la Ira' culmine con una nueva masacre.
Dos muertos y 38 heridos
Los enfrentamientos entre detractores de Gadafi y policías comenzaron el miércoles en esa misma ciudad, arrojando un saldo de al menos dos muertos y 38 heridos, aunque estas cifras no cuentan con una confirmación oficial. En cambio, los medios estatales aseguran que los manifestantes eran partidarios del mandatario que gritaban: "¡Somos una generación construida por Gadafi y cualquier opositor será destruido!".
Los analistas se muestran escépticos ante la posibilidad de que en Libia triunfe una revolución popular, como ha ocurrido en Túnez y Egipto, porque, a pesar de que la población denuncia las mismas carencias, en su caso el Gobierno es capaz de revertir la situación gracias a los beneficios obtenidos del petróleo.