Patatas que no cumplen con el calibre esperado o tomates que han madurado más de lo previsto son solo dos ejemplos de los productos que las cadenas de distribución descartan. Hoy en día, todos los alimentos deben lucir perfectos para tener cabida en los lineales. Este modo de operar genera una gran cantidad de productos desechados, lo que supone un problema tanto para agricultores y ganaderos como para toda la sociedad.
Unas cifras alarmantes en aumento Se estima que a nivel mundial se desperdician 1.300 millones de toneladas de alimentos al año, de las cuales 89 millones corresponden a Europa y casi 8 millones a España. Estas cifras incluyen los productos que no llegan a las estanterías de los supermercados y los que los consumidores desechan en sus hogares. Ante esta situación, tanto a nivel europeo como nacional, se están implementando normativas para reducir el desperdicio alimentario, pero el proceso es lento y complejo.
Una iniciativa vallisoletana para combatir el desperdicio
En este contexto, surgió una empresa vallisoletana con el objetivo de dar una segunda vida a los alimentos excedentes que los productores descartan. Esta iniciativa, puesta en marcha en agosto, funciona de la siguiente manera: los consumidores pueden suscribirse a un servicio que les envía semanalmente una caja con una variedad de productos que, por no cumplir con los estándares estéticos de los supermercados, no se venderían. A un precio muy asequible, esta iniciativa permite que los alimentos sean consumidos, ofrece precios más justos y beneficia tanto a consumidores como a productores.