Los bomberos que fueron expuestos a polvo tóxico y a humo el 11 de septiembre de 2001, durante el rescate de los atentados del World Trade Center de Nueva York (Estados Unidos), tienen un 19% más de probabilidades de desarrollar un cáncer de cualquier tipo que aquellos compañeros que no fueron expuestos a esas condiciones, según una investigación estadounidense publicada en 'The Lancet'.
Se trata del primer estudio que ha examinado los índices de cáncer entre 10.000 bomberos varones que ese día estuvieron expuestos a diferentes agentes causantes de cáncer, incluidos hidrocarburos aromáticos policíclicos, bifenilos policlorados y dioxinas.
"Este estudio demuestra que el trabajo de estos profesionales en el World Trade Center ha generado un aumento del riesgo de cáncer", asegura David Prezant del Departamento de Bomberos de Nueva York.
Estudios anteriores han mostrado mayores tasas de estrés postraumático, asma y otras enfermedades respiratorias entre los trabajadores del rescate pero, hasta la fecha, sólo unos pocos estudios han mostrado mayores tasas de cáncer, que puede tardar entre 5 y 20 años en desarrollarse. Cabe señalar que la investigación no ha encontrado un mayor riesgo de cáncer de pulmón entre los bomberos.
Se necesitan pruebas para que haya indemnizaciones
En julio, un informe publicado por el director del Instituto Nacional para la Seguridad y la Salud, John Howard, concluyó que no había evidencia suficiente para mantener un vínculo entre los ataques del 11 de septiembre y el aumento del cáncer.
Sin esas pruebas, los bomberos y otros trabajadores de rescate no pueden recibir el dinero para los tratamientos contra el cáncer según establece la Ley James Zadroga 9/11 de la Salud y la Compensación, que cubre el asma y otras enfermedades respiratorias, pero no el cáncer.
Según el investigador, "los hallazgos pueden ayudar a los bomberos que ahora sufren cáncer a recibir las ayudas económicas federales que hasta ahora no se les facilitan. Howard es consciente de estos resultados y él es el encargado de tomar la decisión".
No es una epidemia
James Melius del Fondo de Salud de los Obreros del estado de Nueva York, asegura que no hay que alarmarse porque "para aquellos que estaban allí y no tienen cáncer, esto no es una epidemia, sino un riesgo mayor", y anima a que los que aún no lo padecen "se inscriban en el programa de prevención del cáncer y el programa de detección activa".
Para los bomberos y otros trabajadores que fueron expuestos a estos riesgos y todavía no han desarrollado cáncer, Prezant aconseja "acostumbrarse a estilos de vida saludables ya que pueden reducir el riesgo de cáncer como dejar de fumar, limitar el consumo de alcohol, hacer ejercicio regularmente y mantener un peso saludable además de hacerse pruebas periódicas de detección del cáncer".