Las "grandes" necesidades de refrigeración de la central nuclear de Garoña (Burgos) dan lugar a que el reactor "vierta" al Ebro agua a una temperatura diez grados más elevada de lo permitido, según ha constatado un análisis de agua realizado en febrero por una empresa "independiente" a petición de Greenpeace.
El estudio fue efectuado por Uriker, una entidad autorizada por la administración para el control y vigilancia de la calidad de las aguas, el pasado 9 de febrero -un día considerado "óptimo" para este tipo de pruebas por la ausencia de lluvia y la buena calidad del agua del Ebro- en ocho puntos del río situados a lo largo de los 6,8 kilómetros que separan Frías y del Puente de Tobalinilla, en Burgos.
Pues bien, las muestras recogidas ponen de manifiesto que la temperatura del agua aumenta 15,7 grados de un punto a otro, pasando de los 5,3 grados a los 21, debido al agua caliente que vierte al río la central de Garoña, situada entre ambos puntos.
El portavoz de Nucleares de Greenpeace, Carlos Bravo, ha denunciado este miércoles en una rueda de prensa que ese notable incremento de temperatura "supera con creces los tres grados de aumento permitidos en la autorización del vertido procedente de la central nuclear", cuyo reactor es "gemelo" al accidentado en Japón y posee autorización del Gobierno para seguir operando hasta 2013.
Y es que, según, ha indicado Bravo, la autorización del pasado 18 de octubre de 2007 de vertido de aguas otorgada a Nuclenor (titular de Garoña) por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) especifica que "en el río -Ebro- el máximo incremento admisible para la temperatura tras la zona de dispersión térmica, respecto a la temperatura aguas arriba, será en cualquier caso de 3 grados".
Los "graves" problemas de refrigeración que sufre esa central hacen "imposible" cumplir ese límite, y provocan "una notable contaminación térmica en el Ebro aguas arriba, que es en gran medida la causante de la eutrofización que sufre ese río", y que le deja, entre otras cosas, a merced de las especies invasoras, ha asegurado Bravo.
El activista ha recordado que el propio Ministerio de Medio Ambiente advirtió en un informe, de julio de 2009, de "los problemas de refrigeración que sufría Garoña, de su previsible empeoramiento".
En ese informe, ya se aconsejaba que "debían evitarse alteraciones significativas en el estado de las aguas como consecuencia de la temperatura de salida del agua de refrigeración de Garoña, manteniendo el vertido por debajo de los umbrales exigidos".
Además, Greenpeace considera que la empresa titular, Nuclenor, "oculta" los datos "reales" de contaminación térmica que produce la actividad de Garoña y dice que la temperatura del Ebro es "normal", con la "connivencia" de la CHE, que ha informado a la organización ecologista, en una carta, de que "no efectúa controles termométricos propios" porque considera "suficientes" los que hace Nuclenor.
Debido a estos hechos, la directora Greenpeace, Miren Gutiérrez, ha pedido a la ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar, que revoque de forma inmediata la autorización de vertido de aguas de refrigeración de la central nuclear de Garoña.
Greenpeace exige también el cierre inmediato de ese reactor que, según sostienen, sufre "graves" problemas de agrietamiento en su vasija, tiene en mal estado el 70 por ciento de sus tuberías y adolece de corrosión intergranular, entre otras deficiencias.