María y Raúl no se conocían antes del estado de alarma pero se han convertido en compañeros de cuarentena. Ella vívía con dos de sus hermanos que también tienen discapacidad intelectual. En marzo se fueron a una vivienda tutelada y María se quedo sola. Desde entonces Raúl pasa con ella una hora todos los días de la semana.
El confinamiento para ellos no ha sido fácil, han perdido todos sus quehaceres diarios. Los centros ocupacionales y de día permanecen cerrados. Centros donde ellos establecen rutinas que les ayudan en su día a día y que hoy continúan con sus puertas cerradas. Las asociaciones trabajan pensando en una única opción: reinventarse.
Plena Inclusión ha invertido en epis 180.000 euros en tan solo dos meses.