Desde que comenzó 2011, ETA y su entorno han ido desarrollando una estrategia calculada para llegar al comunicado de este jueves. Lo han hecho en buena parte obligados por las circunstancias de una banda cada vez más debilitada como muestran las 50 detenciones de sus miembros en apenas diez meses.

El año comenzó con la declaración de alto el fuego verificable el 10 de enero, aunque  los demócratas mantenían su escepticismo hasta la desaparición completa de ETA. La banda se pronunció en marzo y abril a través de Gara, solictando una Comisión Internacional que verificara el alto el fuego y anunciara un nuevo tiempo político en el País Vasco.

Simultáneamente, la gran labor de las fuerzas de seguridad hizo que los etarras siguieran cayendo en sus manos. En diez meses han conseguido detener a 50 terroristas, algunos de ellos con arsenales listos para atentar, como los hermanos Esnaola, y otros en comandos muy activos, como el Otazúa, desmantelado en marzo en Bilbao.

La irrupción de la izquierda abertzale

El año 2011 comenzó con un nuevo intento del entorno etarra de acudir a las urnas. Los herederos de Batasuna presentaron Sortu, pero la justicia impidió su concurrencia. La izquierda abertzale sí que consiguió colocar papeletas de Bildu en las elecciones del 22 de mayo, y harán lo mismo el 20 de noviembre bajo el nombre de Amaiur.

La coalición alcanzó las instituciones, incluidos el Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación de Guipúzcoa. Desde ellas han desarrollado un acercamiento a la banda y a sus presos, que se escenificó en el 25 de septiembre con la suscripción de los etarras encarcelados al acuerdo de Gernika, es decir, al cese de la violencia. Esta semana los abertzales daban un paso más con la Conferencia de Paz de San Sebastián, dejando trillado el campo para el último comunicado de ETA. 

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