Hace 90 años en pueblos y ciudades españolas se encadenaba la proclamación de la Segunda República. La bandera tricolor se izaba en los ayuntamientos y la fiesta se instalaba en las calles y plazas más significativas. "Fue un estallido de libertad, el pueblo sintió la posiblidad de respirar, de ser libre", explica José Alberto Blanco, presidente del Ateneo Republicano de Valladolid.
Ese 14 de abril de 1931 la Puerta de Sol se convertía en una fiesta y escuchaba las primeras palabras de Niceto Alcalá Zamora como presidente del Gobierno provisional de la Segunda República en las que auguraba como con esta nueva etapa "España volvería a asombrar al mundo". El rey Alfonso XIII abandonaba el país sin altercados. Un episodio en el que los partidarios de una tercera república, como Blanco, encuentran paralelismos con la abdicación de Juan Carlos I en 2014: "Pues estamos en una situación muy parecida, el monarca cayó por corrupto y por su vida".
Comenzaba un periodo de luces y sombras. Una etapa intensamente reformista en la que España aprobó una Constitución laica y de trabajadores de toda clase. La Segunda República destacó por su apuesta decidida por la igualdad y la educación, en un país con más del 30 por ciento de analfabetos, sobre todo en el mundo rural. "La inversión en enseñanza para tratar de alfabetizar al pueblo fue impresionante por parte de la República". Se crearon las Misiones Pedagógicas y se llevaron libros a miles de pequeñas escuelas de todo el país.
Entre las sombras, una férrea censura previa, la aprobación de la Ley de Vagos y Maleantes, la creciente inestabilidad política y el ambiente de fuerte tensión social en las calles. El alzamiento del 18 de julio y la Guerra Civil terminó con aquel sueño de esperanza y apertura al mundo.