Durante meses Irán ha presumido de músculo militar para convencer al mundo de que es mejor dejarle seguir con sus ambiciones nucleares, entre ellas, su persistencia en aumentar su nivel de enriquecimiento de uranio.
Sólo le ha servido para que el mundo le aísle a base de los castigos de la ONU. El Consejo de Seguridad ha aprobado una nueva tanda de sanciones contra Teherán, la cuarta ronda punitiva a la que somete a país de los ayatolás y la más severa hasta el momento.
Sin unanimidad
Sin embargo, el apoyo al endurecimiento no ha sido unánime (12 votos a favor, dos negativos y una abstención), con la pérdida de autoridad moral que eso supone en Naciones Unidas.
Los cinco miembros premanentes del Consejo y con derecho a veto- Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido- han apoyado la resolución, mientras que Brasil y Turquía se han pronunciado en contra, ambos partidarios del diálogo con Teherán, y Líbano se ha abstenido, ya que en el Gobierno del país de los cedros hay miembros de Hezbollah, estrechamente ligados al régimen iraní.
Dureza sin precedentes
Las sanciones, de una severidad sin precedentes, se centran en debilitar las actividades militares, comerciales y financieras de la antigua Persia. Así, todos los países deberán inspeccionar cualquier avión o barco que viaje a Irán y tienen terminantemente prohibido cooperar en su investigación para el desarrollo desarrollo nuclear, aunque sea civil. Además Teherán no podrá invertir en el extranjero en ciertos campos, como la minería, y por supuesto se veta la venta de armamento pesado al régimen de Mahmud Ahmadinejad.
No osbtante, la resolución de la ONU deja la puerta abierta a una posible marcha atrás en las sanciones contra Irán. Contiene el texto íntegro de una oferta de 2008 consistente en cooperar en el desarrollo nuclear civil siempre y cuando Teherán abandone el enriquecimiento de uranio.
Provocaciones
En los últimos meses, el Gobierno de Ahmandinejad se ha jactado a bombo y platillo en reiteradas ocasiones de su capacidad nuclear y sus planes energéticos, como los anuncios de la construcción de diez centrales más a partir del año que viene o que enriquecerá uranio al veinte por ciento, un porcentaje que se considera suficiente para fabricar bombas nucleares.