La visita del Papa a Santiago y Barcelona hay quien también la ve en clave económica. Los gastos que generan este tipo de acontecimientos se ven ampliamente compensados con los ingresos que reportan. Otra cuestión son los trastornos momentáneos que estos días sufren, por ejemplo, los vecinos del entorno de la Sagrada Familia.
Las vallas proliferan en los alrededores del templo de Gaudí. A pocos días para la visita del Papa, la Guardia Urbana ya ha comenzado a restringir el tráfico en esta zona.
Los aparcamientos estarán cerrados durante el fin de semana al igual que la parada de metro de la Sagrada Familia a partir de la medianoche del sábado. Más de 5.000 edificios sufrirán algún tipo de restricción en el acceso. Los vecinos ya saben lo que significa el aumento de la seguridad.
De los balcones cuelgan las banderas de bienvenida al santo padre aunque el alcalde de Barcelona dice que prefiere las señeras. Los preparativos van a buen ritmo y sólo falta que el Papa llegue a la ciudad condal.
Pero no todos están de acuerdo con esta visita. Un autobús, que ya han bautizo como el "ateo", recorrerá estos días la ciudad. Aunque hay quienes lo ven como una oportunidad. Y no sólo material -el Ayuntamiento calcula en cerca de 30 millones de euros los beneficios-, también espiritual.