Alrededor de 12.000 medicamentos experimentarán una bajada en sus precios. Un descenso que será efectivo a partir del 1 de septiembre. En algunos fármacos apenas se notará, ya que esa bajada será sólo de unos céntimos, pero en otros sí. Es el caso de la Rivastigmina, un medicamento que se prescribe para pacientes con alzhéimer. Dentro de unos días costará 70 euros menos.

Este descenso en los precios ha sido muy bien acogido entre los usuarios, sobre todo, entre los enfermos crónicos que van a ver así reducida su factura mensual en medicinas. Sin embargo, esta medida no ha sentado bien entre los farmacéuticos y por varias razones.

La bajada del coste de fármacos no es algo nuevo. Los farmacéuticos señalan que desde hace más de una década el precio de los medicamentos siempre ha ido descendiendo. Juan de Dios Jódar, secretario del Colegio de Farmacéuticos de Castilla y León, da un ejemplo: "Hace 15 años el Omeprazol de 14 cápsulas costa 25 euros. Ahora el de 28 cápsulas cuesta 3 euros".

Y esto, según los farmacéuticos, puede provocar una banalización del medicamento. Es decir, que el usuario abuse de las medicinas por su bajo coste. No es el único inconveniente. En las farmacias tienen de plazo un mes para terminar el stock de medicamentos a su precio actual. Si no los venden hay pérdidas.

Rafael Martínez, propietario de una farmacia en Valladolid, ha calculado alrededor de 1.400 euros en pérdidas, si no consigue vender sus existencias actuales al precio que ahora tiene marcado. Y mientras no lo venda no se arriesgará a pedir más, lo que puede llegar a provocar problemas puntuales de abastecimiento.

Los farmacéuticos sospechan además una bajada en la calidad de los medicamentos porque no pueden sostener en la fabricación el precio que se les impone.