Sus teléfonos echan humo. Los rastreadores de Sanidad no dan abasto. Acumulan retrasos para  intentar llamar a todos los contactos estrechos de positivos por COVID-19. De hecho, esta semana, Castilla y León pedía el refuerzo de 60 efectivos militares para apoyar esta tarea.

"Estamos de 8 a 8 continuamente con llamadas. Con decir que estamos llamando con nuestros móviles a los pacientes porque no para de sonar nunca... No damos abasto. Llevamos un par de días de retraso e intentamos poner al día lo urgente". Es el testimonio de una rastreadora, Blanca Lorenzo, que pone de manifiesto cómo el aumento de la incidencia de casos en esta sexta ola está repercutiendo ya en su trabajo

otra rastreadora, Jara García, explica que están desbordados y eso provoca aún más problemas porque "la gente se pone muy nerviosa y acude dónde no tiene que acudir y a veces  colapsa servicios que están pensados para otra cosa". La metáfora que plantea es muy gráfica: "La imagen del naufragio es perfecta: todos corriendo como pollo sin cabeza en el Titanic".