Burbia se encuentra dentro de la Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses, creada en el año 2006; se trata de una de las reservas que en el futuro compondrá la Gran Reserva de la Bioesfera Cantábrica.
La localidad es atravesada por el río Burbia, que a su vez es afluente del río Cúa. En la zona se alza el imponente Pico Cuiña (1.987 msnm), el pico más alto de la Sierra de los Ancares.
Burbia y la zona de Ancares guardan importantes vestigios prerromanos, pues ya hace más de dos mil años estos montes estaban habitados por tribus como la de los Lougeos. Su situación estratégica hizo de esta comarca escenario de importantes episodios bélicos, no sólo en la antigüedad, con la conquista de Augusto, sino en épocas muy posteriores, como en las revueltas irmandiñas (siglos XIII y XIV) y más recientemente, durante la ocupación francesa y las guerras carlistas.
Tiene huellas en su historia del paso de los pueblos celtas, como son las construcciones castreñas y las pallozas.
Existe un puente romano, con interés histórico, sobre el río Burbia. Otras construcciones de interés son la Iglesia Parroquial de San Esteban y la ermita de Santa Ana. Además, se puede disfrutar de construcciones típicas de la zona, como por ejemplo algunos restos de pallozas y numerosas casas de piedra (con corredores de balaustres de madera y cubierta de pizarra). También se conservan algunos molinos harineros a orillas del río Burbia, impulsados por agua, que servían para moler el grano de centeno en la fabricación del pan.
Lo más destacable es el paisaje: el pueblo se asienta en el valle del río Burbia y está rodeado por varios sotos con castaños milenarios y por montañas de indudable belleza.
Los romanos utilizaron el agua del río Burbia para la extracción de oro en La Leitosa, mediante la técnica de ruina montium (la misma que se utilizó en Las Médulas), dicha explotación se halla en la proximidad de los pueblos de Paradaseca y Paradiña, ambos pertenecientes al ayuntamiento de Villafranca del Bierzo y a los que se puede llegar desde Burbia.