La Santa Espina es un territorio donde la historia, en su pasar, ha dejado maravillosos vestigios: un pueblo de colonización y un imponente monasterio circundados por el monte de encinas y quejigos característico de la comarca de los montes de Torozos y una gran biodiversidad natural.
Tiene su máximo exponente y activo turístico en el Monasterio que da nombre al pueblo, el de la Santa Espina. Su fundación, allá por el 1.147, año en el que llegaron los monjes cistercienses. Las capillas de su iglesia, su sala capitular o sus dos claustros dejan fascinados a todos los visitantes.
El pueblo de La Santa Espina se diferencia del resto de pueblos castellanos tanto en su construcción como en su distribución. A lo largo de sus dos calles y en sus plazas siempre hay algo que destacar, y alguien a quien recordar: vecinos de la localidad, artistas castellano-leoneses... La Plaza de San Isidro recibe este nombre del patrón de la localidad: San Isidro Labrador. Es un pequeño y alegre rincón que siempre encontrarás decorado con flores.
Pero además, La Santa Espina tiene decenas de atractivos para disfrutar. Sólo por mencionar algunos de ellos, el Museo de Aperos, la Casa de la Naturaleza, la escultura de Lorenzo Duque, la exposición de mariposas, la escuela de capacitación agraria, etc.
Y sobre todo, el entorno privilegiado que permite disfrutar de la belleza de la naturaleza como en pocos lugares y unas rutas espectaculares en el embalse del río Bajoz.